En los primeros compases de la AEC, sus responsables comprendieron que “una publicación periódica era elemento absolutamente necesario para sus finalidades».
En 1951 existían en España 73.728 kilómetros de carreteras por las que circulaban algo más de 192.000 vehículos, entre los cuales se contaba un número no despreciable de carros, carretas y caballerías varias.
Fue una época caracterizada, en lo que al ámbito viario se refiere, por el crecimiento del parque motorizado y por una discreta mejora de las carreteras, que presentaban por entonces dos problemas principales: el mal estado de los firmes, incapaces de soportar la circulación de vehículos de gran tonelaje, y la falta de adecuación de los trazados a la velocidad que podían ya alcanzar los coches.
Dos años antes, en 1949, se había constituido la Asociación Española de la Carretera (AEC) con el fin, precisamente, de impulsar la modernización de la red viaria nacional. En estos primeros compases de la entidad, sus responsables comprendieron que “una publicación periódica era elemento absolutamente necesario para sus finalidades”.
En los primeros compases de la AEC, sus responsables comprendieron que «una publicación periódica era elemento absolutamente necesario para sus finalidades»
Nace así, en octubre de 1951, la revista Carreteras, que pretendía ser una publicación “amena, que llegue a todas las manos y que sea leída por todos, sin necesidad de una preparación específica y sí solamente un nivel de cultura media”. Tal era la declaración de intenciones expuesta en el editorial del primer número.
En ese editorial también se establecía que la revista tenía como “único designio (…) el progreso de la carretera, dando a esta palabra no un contenido ambiguo, sino preciso, derivado de la función cada vez más determinante de la misma en el orden económico, social y político”.
Esta finalidad de impulsar el progreso viario como herramienta indispensable para el desarrollo económico y social se ha mantenido intacta hasta hoy. No obstante, el devenir de la publicación en todos estos años ha traído, como no podía ser de otra manera, innumerables cambios, siendo uno de los más significativos el abandono de su línea de entretenimiento y su paso a revista eminentemente técnica a partir de los años 80.
Con este cambio de rumbo, consiguió una gran aceptación entre la comunidad científica y técnica del sector viario español e internacional. Desde entonces, en sus páginas han publicado los más acreditados expertos en las distintas facetas que afectan a las infraestructuras de carretera, haciendo de la publicación una valiosa fuente de documentación de la tecnología viaria.
Miles de páginas, encuadernadas y archivadas con esmero, guardianes de un tesoro del que, hasta ahora, prácticamente nadie podía disfrutar.
Hasta ahora…